Mis historias

03 julio, 2013

Los pensamientos no callaban.


"Me tiré en cama, cansada. Cansada de fingir sonrisas falsas. Cansada de fingir que no sabía nada, cansada de ser la tonta y disimular que todo me daba igual. Me tiré con ganas de llorar, con ganas de desaparecer y así ya no tener que pensar más. Y así ya no tener que molestarme en querer ver feliz a nadie.
Allí estaba, con la mirada perdida, con las lágrimas comenzando a bajar por mis mejillas. Con un mar de pensamientos que no me dejaban en paz, que solo me gritaban lo patética que era y lo mucho que jugaban conmigo. Miles de pensamientos que me decían una y otra vez que a mí nadie me escogería para compartir una vida a su lado, gritando que yo solo hacía las cosas mal y que no llegaría muy lejos. Esos jodidos pensamientos, que día tras día tenían más fuerza que yo, que cada día gritaban más. Tanto, que ese día los mande callar, a ellos y a mí. Ese día, de tan cansada que estaba de fingir que era feliz, las fuerzas se me terminaron y decidí dejar de luchar por algo que no iba a conseguir, porque los pensamientos tenían razón, había mejores chicas que yo para escoger, había mejores amigas que yo para hacer feliz a los demás, había más guapas, y más listas.
Cogí esa navaja del cajón, y me la clave en la muñeca, observando como la sangre fluía por todo el brazo, sin cesar. La visión disminuía, me mareaba. Y allí me quedaba sin vida, en mi cama, sola. No quise esperar por la muerte, que la llamé. Apenas me quedaban unos segundos de vida, cuando alguien abrió la puerta y gritó: 
- Quiero pasar mi vida contigo, no con otra. 
Pero ya era demasiado tarde, había perdido demasiado sangre, y esas palabras solo me aceleraron el corazón por una última vez y ahí me desmayé. Quedando muerta. Ya no iba a escuchar a mis pensamientos nunca, ya no iba a sentir nada nunca, ya no iba a tener que preocuparme por mi vida nunca."

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