"Escuchaba pasos. Quizás era mi mente que me estaba jugando una mala pasada. Estaba sola. Llevaba horas sola. Con la música en mis cascos. Pero aún así, yo escuchaba pasos.
Llegué a pensar que había entrado alguien en casa y que en realidad no estaba sola. Apagué la música, inspeccioné toda la casa, rincón tras rincón, esquina por esquina. Nada. Absolutamente nada.
Estaba sola y seguiría estándolo. Hasta llegada la noche no vendrían a recogerme.
Otra vez. Pasos. Más contundentes, más cercanos. Un pequeño escalofrío me recorrió el cuerpo. Y el miedo se apoderó de mí. ¿Quién estaba allí? Quise gritar, pero no me atreví. Me senté en el sofá. Cerré los ojos. Los pasos seguían ahí, no cesaban...
No sé cómo, me caí al suelo. Codos en las rodillas, manos a la cabeza. Miedo por mi cuerpo. Estaba atemorizada. No sabía ni qué hacer.
La espera se me hacía eterna. Y los pasos me hacían desesperar.
Por fin, cesaron. Yo seguía en mi posición. Y entonces noté el aliento de alguien por mi cuello.
Lágrimas corrían por mis mejillas. Alguien estaba detrás mía. Pero yo no era capaz de moverme, ni de levantarme para echar a correr.
- Tranquila. Ya no estás viva.-
Esas palabras me destrozaron por dentro. ¿Era cierto? ¿Ya me había muerto?
Intenté abrir los ojos, no pude. Intenté levantarme, no pude. Intenté escuchar mi corazón, pero ni un latido sonó.
Ya no era yo."
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