" Entre silencios & sombras "
Un pequeño rincón donde encontrarás historias que te darán escalofríos y te transportarán a lugares lejanos. Tan sólo cierra los ojos y déjate llevar.
Mis historias
30 noviembre, 2015
Se me congeló hasta el alma.
Estaba tumbada en cama, y sin más noté un suspiro en mi cuello, y una mano rozándo mi cadera.
No podía dar crédito de ello.
¿Qué estaba pasando?
Si estaba sola. Había cerrado puertas, ventanas y todo. Me había encerrado en la habitación y me había echado en cama. Tapada con una manta de la persona más especial, una manta de mi abuelo, que a día de hoy brilla en el cielo.
Mi respiración iba a mil por hora. No entendía lo que estaba pasando.
No era capaz de moverme. El corazón me latía tan deprisa, que incluso por momentos no lograba respirar. Que contradictorio.
Miedo.
Soledad.
Lágrimas.
Vi como una sombra se acercaba a mí.
Quería encender la luz, pero estaba petrificada, no podía realizar un solo movimiento.
Noté frío. Mucho. Se me congelaron las manos.
De nuevo. Un suspiro al lado de mi oreja.
`Es la hora, vengo a por tu alma.´
Quería llorar muy fuerte. Gritar.
O despertar y ver que solo era una pesadilla.
Era terrible.
Lo que sentí aquel día no podré expresarlo con palabras, nunca.
Aquella noche, se me congeló hasta el alma.
Y no volví a vivir en paz.
Había perdido algo.
Me había perdido.
04 agosto, 2014
Cada noche, hasta morir.
Y cada noche se sentía peor, y más sola. Cada noche se sentía como si en el mundo estorbase. Sin metas, ni sueños. Sin nada, ni nadie.
Solo se encontraba con mentiras, con desilusiones. Con más mentiras, engaños.
Cada noche tenía más ganas de coger aquella navaja y volver a sentirla, pero más profunda, más dolor, rozar la muerte, agarrarla fuerte e irse con ella.
Cada noche, se veía al espejo y se tenía más asco. Se odiaba, más y más.
Llegó a pensar que había encontrado la felicidad, pero en realidad no fuera más que otra mentira, una intensa y que le dolió más que el filo de la navaja.
Estaba sola. Su familia nunca la escuchaba, nunca le ayudó. Sus amigos se esfumaron, sin decir nada, con miles de mentiras detrás de sus dos caras. El amor, le falló, le decepcionó, con más mentiras que caricias.
No tenía a nadie en quien apoyarse, ni un hombro. Nada.
Y su autoestima ya estaba demasiado hundida.
Por eso, cada noche sentía más deseo de apretar la navaja.
Cada noche quería dejar de llorar. Dejar de pensar. Dejar, incluso, de respirar.
Y esa noche llegó, llegó en el día que no podía más consigo misma. En el día que todo era negro, que ya ni un rayo de luz veía al final del túnel, o quizás sí, pero no era un rayo de luz, era el tren, el tren que se la llevaba lejos, muy lejos. Donde nadie le molestaría, donde nadie le mentiría, donde no se sentiría un estorbo. Lejos de su vida. Cansada. Cerca de la muerte. Deprimente.
La navaja se fundió en sus venas.
Y se escuchó su último suspiro.
Mientras corría la sangre por su muñeca.''
21 agosto, 2013
La maldición de la luna.
Esa noche me dejé llevar, como si supiera desde un principio todo lo que iba a pasar. Solo se trataba de saber jugar, de avanzar. De llegar poco a poco al final, y desvelar quién era el que realmente jugaba, desvelar quién estaba detrás de esa máscara que llamaba cara. Descubrir qué escondía, qué sentía, a qué jugaba de verdad, qué quería. Me metí en el juego, como una simple ilusa, fingiendo. Fingiendo que no sabía nada, fingiendo que todo iba bien. Para lograr llegar al final de todo este simple cuento.
Era la luna mi cómplice. Era la fresa el aroma que todo lo desvelaba. Era la mirada quien me lo confirmaba.
Entre tantos momentos ocultos y tantas mentiras a la luz, ya sabía lo que sucedía. Hasta un día que me cansé, y abandoné el juego. Decidiendo no perder el tiempo. Decidiendo cambiar de rumbo, cambiar de libro, cambiar de todo. Arriesgando por quien lo merecía. Porque ya sabía quién era ese chico que solo jugaba. Descubrí que no era más que una sombra, una sombra que no dejaba de vagar cerca de mí, sin dejarme abrir los ojos. Una sombra que se apoderaba de mi pobre alma, y que me la arrancaba lentamente. Pero por suerte, vi todo claro por un instante. Alguien me lo hizo ver todo claro. No sé si la luna, no sé si las estrellas me lo gritaron desde arriba, no sé. Solo sé que supe salir del juego a tiempo. Y que ahora, esa misma luna es su propia maldición. Sea sombra, sea persona, o sea lo que sea, ella es su maldición. Porque mientras yo la veo desde mi habitación, sonriendo, feliz, con un alma enamorada dentro; él, lo perdió todo y se odiará por jugar con la persona equivocada... Porque hablando de jugar, quien juega conmigo, acaba perdiendo. Perdiendo un diamante en bruto, que pocos pueden ver, porque brillo con luz propia, con el reflejo de la luna, con el diamante que llevo dentro, con la presencia de quien no está, pero me sujeta la mano en mis momentos flojos. Esa noche, quedó marcada, como el principio de nuestra batalla, pero esa luna quedó marcada como la maldición de tu mirada.
30 julio, 2013
Faltaban fuerzas.
Y allí estaba yo, tirada en mi cama. Con miles de historias en la mente. Con miles de sentimientos. Con tantas ganas de salir afuera y querer ser feliz..., pero algo me faltaba. No sabía qué era exactamente.
Quise coger fuerzas y me fallaron. Me falló mi espíritu de vida. Fue como si en el momento que quise levantarme alguien me arrancase el alma. Fue como si alguien estuviese allí queriendo verme sufrir.
Lo intenté de nuevo, y me caí. Me caí al suelo. Estaba rota por dentro. Era la primera vez que mi sonrisa se rompía de tal forma, la primera que mis ojos se ahogaban entre tantas lágrimas. Era la primera vez que me faltó mi fuerza.
No lo entendía. ¿Qué me estaba pasando?
De repente notaba como se me nublaba la vista, como me costaba más respirar. Notaba que me daban mil pinchazos en el pecho. Y escuchaba voces, voces que no tenía la menor idea de donde provenían... Estaba sola. ¿De quién eran esas voces?
Me estaba muriendo. Muriendo porque me faltaba algo dentro. Alguien cerca. Me estaba muriendo y no podía impedirlo.
Si ya no tenía fuerzas, no quise ni luchar. Ni gritar. Sólo me digné a esperar, a sufrir. A esperar a que mi corazón dejase de latir.
03 julio, 2013
Amante de la luna.
Una noche, cansada de todo, no fue capaz de llorar más, ya no le quedaban lágrimas, ya no le quedaba amor, ya no le quedaba nada. Solo su vida, la cual, cada día la odiaba más. Cada día se odiaba más, porque nunca lograba conseguir lo que quería, porque siempre que estaba a punto, llegaba alguien que le quitaba sus sueños, que la alejaba de sus metas, llegaba alguien mejor.
Esa noche, en la que se encontraba sin lágrimas, se echó a reír, aún sabiendo que todo era fingido. Esa noche, pensó una última vez en las miles de sonrisas que quitó a quien tanto quería, pensó en su día a día, en su familia y en sus amigos. Esa noche, vio su vida pasar por delante de ella en apenas 5 minutos, los que tardó en cortarse las venas y perder el conocimiento.
Esa noche, cansada de todo, quiso conocer lo que era el otro mundo. Quiso dejar de vivir, dejar de molestar, de fingir, de sufrir. Quiso pasarse al lado de la oscuridad, al lado del silencio, donde no hay dolor, donde no hay sufrimiento. Esa noche quiso rozar la luna con su propia alma, y lo consiguió."
Los pensamientos no callaban.
Allí estaba, con la mirada perdida, con las lágrimas comenzando a bajar por mis mejillas. Con un mar de pensamientos que no me dejaban en paz, que solo me gritaban lo patética que era y lo mucho que jugaban conmigo. Miles de pensamientos que me decían una y otra vez que a mí nadie me escogería para compartir una vida a su lado, gritando que yo solo hacía las cosas mal y que no llegaría muy lejos. Esos jodidos pensamientos, que día tras día tenían más fuerza que yo, que cada día gritaban más. Tanto, que ese día los mande callar, a ellos y a mí. Ese día, de tan cansada que estaba de fingir que era feliz, las fuerzas se me terminaron y decidí dejar de luchar por algo que no iba a conseguir, porque los pensamientos tenían razón, había mejores chicas que yo para escoger, había mejores amigas que yo para hacer feliz a los demás, había más guapas, y más listas.
Cogí esa navaja del cajón, y me la clave en la muñeca, observando como la sangre fluía por todo el brazo, sin cesar. La visión disminuía, me mareaba. Y allí me quedaba sin vida, en mi cama, sola. No quise esperar por la muerte, que la llamé. Apenas me quedaban unos segundos de vida, cuando alguien abrió la puerta y gritó:
- Quiero pasar mi vida contigo, no con otra.
Pero ya era demasiado tarde, había perdido demasiado sangre, y esas palabras solo me aceleraron el corazón por una última vez y ahí me desmayé. Quedando muerta. Ya no iba a escuchar a mis pensamientos nunca, ya no iba a sentir nada nunca, ya no iba a tener que preocuparme por mi vida nunca."
18 junio, 2013
Entre la vida y la muerte. [Primera parte]
Sus lágrimas me habían hecho volver a la vida, o eso me parecía. Porque a pesar de todo, yo seguía en coma. Y él seguía llorando, esperando un abrazo, esperando verme despierta.
Entre la vida y la muerte. [Segunda parte]
Después de la vida.
Esa persona ya estaba muerta, pero se encontraba a mi lado, describiéndome la vida, explicándome que al morirme no me perdería en otro mundo, que no dejaría de existir por completo. Explicándome que al morir iba a volver a nacer, sí. Me contó que él ya estuviera en su vida más de una vez. Que la vida se nos repite una y otra vez. Que al morirme, volvería a nacer, a repetirse todo, quizás no exactamente, pero que volvería a conocer a toda mi gente, que volvería a estar con quien un día perdí, que volvería a ser feliz, que volvería a caer y a levantarme. Que volvería a perder, a ganar, a llorar, a reír...
Volvería a vivir. Fuese como fuese. Después de la vida no moría, renacía.
Pude morir con una sonrisa en la cara, aquella persona que me lo contaba, era alguien que ya ni recordaba.
Pero quizás era cierto. Nunca lo sabría. No era cualquiera quien tenía un don, no era cualquiera el que tenía el don de recordar la vida que ya viviera.
Ese era el problema. Que al volver a nacer, la memoria está en blanco, completamente en blanco, y no queda ni un mísero recuerdo. Solo quedan deja vus que a veces nos confunden.
Me daba igual. A pesar de que me moría, moría feliz, sabía que después de la vida, no quedaba más que otra vez mi vida."
Perdiendo el rumbo.
¿Qué iba a hacer ahora? ¿Seguir corriendo? ¿Escapar de lo que no veía? ¿Gritar?
Cada paso que daba, me hacía perder la memoria, poco a poco no recordaba nada. No recordaba porqué estaba corriendo sin sentido, no recordaba dónde vivía, no recordaba porqué escapaba, ni de quién. No recordaba apenas nada. Solo recordaba que tenía miedo y que quien me perseguía iba a llegar a mí. ¿Pero que era?
Me decidí a quedarme quieta, no quería perder la memoria, la poca me quedaba. Tenía miedo a seguir y tener una mente sin recuerdos, una página en blanco. Así podría empezar de cero, pero no lo quería, aunque estaba a punto.
Allí me quedé, perdida en aquel lugar. Sentada en el suelo, bajo la luz de la luna, que era mi única compañía. Una fuerte brisa comenzó a mover las ramas de los árboles, las nubes comenzaron a tapar las estrellas y poco a poco a tapar la luna. Me sentí desprotegida, el miedo se apoderaba más de mí.
¿Debía seguir huyendo? Me daba todo igual, no quise escapar. Lo que fuese a pasar, que pasase.
Me levanté. Y comencé a gritar:
- No tengo miedo. Quien quiera a venir a por mí, que lo haga, aquí me tiene. Le pongo fin al juego.
Pero nada. Allí no llegó nadie. La oscuridad invadió el lugar. El frío me recorrió todo el cuerpo. Y el miedo aumentaba. No entendía nada. Al final, quise avanzar, pero al dar un simple paso, me desmayé.
Aquello que me perseguía era la soledad, agarrada de la muerte.
Me quedé sola, completamente sola. Y entonces la muerte me llevó con ella."
12 junio, 2013
No deberías existir.
Ese día, las lágrimas la hicieron reaccionar.
En frente del espejo se digno a secarse las lágrimas y hablarle a su reflejo:
- No eres perfecta, nunca lo vas a ser. Ese brillo de tu mirada ya no existe, se apagó. Esa sonrisa, no existe, es falsa, se esfumó. Tu felicidad no existe, desapareció. Tú no deberías existir, deberías morir.
Fue entonces, cuando notó como alguien el acariciaba la nuca, rozándole el cuello. Notó la respiración de alguien detrás de ella, pero allí no se encontraba nadie, se estaba viendo en el reflejo y estaba completamente sola. Se giró para confirmarlo, y así fue, nadie estaba allí. Pero notaba esa presencia.
No pudo soportarlo más, y de nuevo se echó a llorar. Las piernas le fallaron, y se cayó.
El pecho le comenzó a doler. La vista se le comenzó a nublar. Ya no sabía si estaba sola o no. Vio una sombra al fondo del pasillo. Se estremeció. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, y entonces se desmayó.
Allí se quedó. La presencia que allí había era la de su alma, que ya había abandonado su cuerpo en el momento que pronunció esas palabras."
11 junio, 2013
No quería seguir.
La autoestima ese día me la jugó, se hundió, y me agarró de la mano para hundirme con ella. No quería hablar con nadie, no quería apoyo, porque al fin y al cabo, cada apoyo que me daban era falso, era fingido. Realmente, no había nadie que estuviese ahí cuando más lo necesitaba, realmente no tenía nadie a mi lado. Era todo un juego, un juego repleto de mentiras, de secretos. Un juego en el que yo decidía si debía seguir, o tirarme por el precipicio, para terminar en un mísero -Game Over-.
No quería seguir. Me había cansado de ser la fuerte, de pasar por todo.
Las voces en mi mente no me gritaban, simplemente me susurraban: - Deja de sufrir, puedes morir intentando ser feliz.- Esas palabras me desconcertaban. Me encerré en el baño, me vi el rostro. Tenía los ojos completamente rojos de haber pasado media tarde llorando, y completamente emborronados de negro. Parecía que ya estaba muerta. Sin pensarlo, comencé a llenar la bañera, sin quitarme la ropa, me metí en ella. Alguien me impulsaba a hacerlo, no sé si las voces, no sé si era que mi cuerpo tenía más poder que mi corazón y mi cerebro, o quizás alguien que quería verme muerta estaba allí controlando mis movimientos. No lo sé, pero sin dudarlo, me metí, me corté las muñecas y dejé que mi cara se cubriese de agua. Poco tardé en ahogarme, poco tardé en dejar de respirar. Poco tardé en llegar a otro mundo. Donde nadie iba a molestarme, donde no iba a molestar a nadie.
Allí estaba esa persona, ahora lo entendía todo. Pude ver quién me impulsó a hacer eso. Era ella, era yo, mi otro yo."
27 mayo, 2013
Ella eligió su final.
"Ya estaba cansada de que su vida no sirviera, estaba cansada de tropezar siempre en la misma piedra. De que las persones que le importaban le apuñalasen por detrás. Estaba cansada de tener que llorarle a la almohada. De fingir sonrisas. De soñar con pesadillas. Estaba cansada de que le prometiesen la luna, y no tocasen ni el cielo. Estaba cansada de todos los problemas que tenía en su familia, o lo que llamaban familia. Estaba cansada de ocultar sus sentimientos. De guardar miles de secretos. De no poder decirle al mundo lo que quería. Estaba cansada de todo, de todos, pero de lo que realmente estaba cansada era de su vida, esa que le estaba costando seguir.
Por eso sin más, una noche, tirada en cama, entre pensamiento y pensamiento, no dejó de verse las muñecas, no dejó de pensar en que nada cambiaría si ella no seguía ahí, entre los demás.
Y entonces se clavó la navaja, un hilo de sangre empezó a fluir por su muñeca. Su vida se iba, y su alma con ella. Ahora ya no tendría que preocuparse por nada, no tendría que tener miedo, no tenía ni que molestarse en respirar. Había marcado su final, le habían marcado su final."
Se odió hasta morir.
20 mayo, 2013
Mi vida se consumió.
No podía más. Vivía en un mundo lleno de problemas, o quizás yo era el problema. Nunca lo llegaría entender, lo que quería era ser feliz, y tú conmigo, sin tener que ocultar nada, sin tener que mentir. Pero no era así. Noche tras noche, mi mente me hacía pensar en lo más negativo, noche tras noche no dejaba de pensarte, de llorar. Noche tras noche, hasta el día en el que entendí que todo era un juego, un juego en el que cuando te cansases, borrarías la partida y empezarías con otra. Fue entonces cuando decidí buscar el <<Game Over>> de nuestro juego y así llegar al final a tiempo.
Eso hice. Aunque no solo era un juego, era una vida, y era mi vida. Decidí terminar conmigo, apagar los sentimientos, callar los pensamientos, parar mi corazón. Decidí ver como la sangre recorría mi brazo con ese corte. Decidí morir para no seguir así."